Como Burano solía ser una isla de pescadores, estos últimos estaban acostumbrados a crear y reparar redes, y se dice que fue esta técnica la que llevó a la tradición del encaje de Burano. El encaje, igual que el cristal de Murano, se convirtió en un producto de lujo para el comercio en Europa que producía ingresos importantes para la economía de la República de Venecia. Entre los aficionados al elegante encaje de Burano había el rey Luis XIV de Francia, el Rey Sol, que fue coronado llevando un collar de encaje de Burano realizado dentro de dos años. El Museo del Encaje en Plaza Galuppi recoge la historia y las técnicas del encaje, subrayando la importancia que este producto tradicional hubo en la moda de Europa a lo largo de los siglos.