Aunque una vez, hace tiempo, en las ciudades el molino tenía un papel fundamental, en Venecia no hubo ninguno hasta el siglo XIX. La idea de construir un molino en la Serenísima fue de un joven suizo llamado Giovanni Stucky. De hecho, el enorme edificio neogótico que ves entrando en el Canal de la Giudecca solía ser el Molino Stucky. Desde el principio esta construcción tuvo muchísimo éxito porque dio empleo a más de 1500 Venecianos, en un período histórico en el que la tasa de desempleo era muy elevada. Giovanni Stucky fue un brillante hombre de negocios que convirtió el Molino en una fuente de ingresos muy productiva e importante para la economía veneciana. Desafortunadamente, en 1910 uno de los empleados de Stucky le cortó la garganta con una cuchilla justo enfrente de su único hijo, que tuvo que heredar demasiado temprano las riendas del negocio. A pesar de sus esfuerzos, frente a las dos Guerras Mundiales el hijo de Stucky no consiguió evitar el rápido declive de su empresa familiar, hasta el cierre definitivo de la actividad en 1955. El edificio permaneció abandonado hasta su adquisición por la familia Hilton que lo convirtió en uno de sus célebres hoteles de cinco estrellas.