“El cuor no se vende”, “El corazón no se vende”. Este fue el eslogan que apareció un día colgado en la Pescheria de Rialto por todo el lado del canal: es decir, por el lado del mercado de pescado donde tú estás ahora. Ocurrió hace diez años cuando los venecianos se opusieron a la venta del palacio a un emir árabe. La actual estructura de columnas que ves fue construida en 1907, así que es relativamente reciente. De hecho, antiguamente había aquí una animadísima mezcla de toldos y barcos atracados de todos los tamaños donde los pescadores vendían su mercancía a los vehementes venecianos. Dado el alto número de barcos mercantes, el tráfico en este tramo del Gran Canal se hizo tan problemático que en el siglo XVI la República decidió que solo pudiesen vender pescado los venecianos residentes o los nacidos en Poveglia, una isla de la laguna, y solo si podían demostrar que tenían más de cincuenta años y que llevaban como mínimo veinte años dedicándose profesionalmente a la pesca.