A partir del siglo IX, todas las mujeres de Venecia que quisieran casarse dentro del año tenían que prepararse y participar en un evento de purificación que se celebraba cada segundo día de febrero. Sin embargo, uno de estos eventos fue arruinado un año por unos piratas que secuestraron a doce chicas, pero no consiguieron huir con ellas porque los venecianos intervinieron persiguiendo los barcos y salvando a las chicas. Desde entonces, cada año se celebraba la Fiesta de las Marías en esta plaza en honor de la Virgen, en la que doce chicas procedentes de las familias más pobres de la ciudad se elegían por su belleza y desfilaban a lo largo del Gran Canal. Esta tradición atrajo con el tiempo a muchos hombres de toda Italia y también de otras ciudades de Europa, y la importancia que seguía adquiriendo llevó a muchas peleas en las calli entre los hombres y también entre las familias pobres. El Estado decidió entonces sustituir a las chicas con figuras de madera llamadas Marías de Tola o Marías de tabla, que es la expresión todavía empleada por los venecianos para referirse a las mujeres aburridas.