En Campo san Tomá encontramos la típica vera veneciana, es decir la parte visible de un pozo, donde los locales solían recoger el agua potable, que era un recurso escaso en un territorio tan pantanoso. Cómo ha permanecido cerrada durante cincuenta años, la iglesia sin ventanas que ves en este campo está rodeada por el misterio y no muchos en Venecia saben qué es lo que hay en el interior.
Frente a la iglesia está situada la antigua Escuela dei Calegheri, es decir los zapateros, que eran una de las hermandades más ricas y poderosas de la ciudad porque los nobles venecianos solían pagar un ojo de la cara para tener zapatos buenos y cómodos. Ten en cuenta que hasta hace poco el calzado era insoportablemente incómodo, sobre todo si nos fijamos en los estándares de hoy. Encima de la entrada puedes ver una imagen de San Marcos, patrón de Venecia, mientras cura a San Aniano. Cuenta la leyenda que este último fuera un zapatero de Alejandría de Egipto que un día pinchándose durante su trabajo gritó enojado “Dios es uno” y oyendo su grito San Marcos decidió curar y bautizar a Aniano, a cambio de la reparación de sus zapatos.