Giacomo Casanova, siempre dispuesto a desafiar las convenciones, escribió en 1782 un panfleto titulado Ni amores ni mujeres, o el establo limpiado. En esta audaz obra, afirmó ser el hijo natural del patricio Michele Grimani y acusó al heredero legítimo, Giovan Carlo Grimani, de no tener derecho al apellido, ya que había sido concebido por su madre con otro hombre.
La declaración causó un escándalo sin precedentes. Los Grimani, una de las familias más poderosas de Venecia, se enfurecieron, y la situación se volvió aún más explosiva considerando que Giovan Carlo estaba casado con la princesa María Virginia Chigi, un nombre de gran prestigio entre los patricios romanos y venecianos.
Curiosamente, la Ca’ Grimani, frecuentada por Casanova en su juventud, conserva un rastro de su paso: una inscripción en una columna que dice «W Casano». Este graffiti parece celebrar al aventurero libertino, dejando un eco silencioso de su tiempo en la residencia de la familia Grimani.
Lorenzo Morosini, consciente del peligro inminente, aconsejó a Casanova que abandonara Venecia de inmediato. Esta vez, a diferencia de veintisiete años atrás, Giacomo siguió el consejo y se preparó para huir. Bajo el peso del escándalo y la ira de una de las familias más influyentes de la Serenísima, Casanova abandonó Venecia para siempre en 1782, cerrando así un capítulo turbulento y definitivo de su vida en la ciudad de la laguna.