Según la normativa vigente, en una celda se podía encerrar un número variable de entre 5 y 7 prisioneros, pero el problema del espacio —y de un sistema judicial que funcionaba a toda velocidad— hacía que se amontonaran entre 8 y 10 personas. Las cadenas en los tobillos obligaban a los detenidos a permanecer sentados en el suelo; de hecho, las paredes de la celda han sido enlucidas y los agujeros para fijar las cadenas no son visibles.

La mesa se utilizaba durante 20-30 minutos por persona para sentarse, estirar las piernas y descansar, mientras que el cubo de madera servía como inodoro común para todos los detenidos, creando una atmósfera y un olor insoportables.